domingo, 9 de febrero de 2014

HISTORIA DE LA ENFERMERIA

Florence Nightingale: La creadora de la enfermería


Hubo un tiempo en el que el noble oficio de enfermera no tenía el respeto ni la valoración social que ahora tiene. A mediados del siglo XIX, ser enfermera era poco más o menos que pertenecer a una clase social muy baja, se decía que eran “ayudantes de poca monta” y se decía que estaban ahí porque no tenían otra cosa que hacer en la vida.
Esto cambio a mediados del siglo XIX con la irrupción de una mujer intrépida, valiente, una mujer que dio un vuelco a todo, para elevar la enfermería como el dignísimo oficio que hoy conocemos.
Florence Nightingale nació en la ciudad italiana de Florencia el 12 de mayo de 1820. Sus padres eran un matrimonio muy culto, bien preparado, bien cultivado y con cierto desahogo económico. Sus padres como viaje de bodas estuvieron viajando por Europa durante 2 años (hay nacieron sus dos hijas: Partenope y Florence), hasta que se acomodaron en Inglaterra, y, allí, en una casa magnífica vivieron unos veranos felicísimos…
Después de pasar las hijas por el estudio básico con las institutrices, su padre cogió la tutela de ambas y empezó a inculcarles el amor por el estudio, por la lectura de los “clásicos”, y por las matemáticas (disciplina esta que embriagó a Florence). Eso era lo que ella quería ser: Matemática
En 1837 cuando Florence tenía 17 años de edad, cuentan que sintió la “llamada de Dios” (ella siempre afirmó que Dios la había elegido para ser soltera), y a partir de ese día decidió entregarse de lleno por los demás…
En 1840, con 20 años, cuando la sociedad de entonces casi obligaba a las jóvenes a las tareas domésticas, le dijo a sus padres que su intención era estudiar Ciencias Exactas. La madre no quería porque “no era propio de una dama victoriana”, pero se “alió” con su padre y, al fin, consiguió el permiso para estudiar Matemáticas.
Florence se convirtió en una alumna aventajada y aprendió todo lo que había que saber sobre la Matemática y la Estadística. Y 5 años después cuando su madre aún no se había recuperado del “disgusto”, Florence reunió a sus padres y le dijo que no quería ya ser matemática, que su sueño era ser enfermera… A la madre casi le da un infarto, su hija de alta alcurnia perteneciendo a un estrato social tan bajo; no se lo podía creer.
Pero la terquedad de Florence de nuevo venció, y en un viaje de placer por Egipto, descubrió que en las escasas salas hospitalarias que había en Alejandría, además de por su falta de higiene, la asepsia brillaba por su ausencia, y desde ese año, 1849, se entregó a aprender todo lo que pudiera sobre la Enfermeria.
Estuvo viajando por todos lados, visitando instituciones médicas, para ver in situ, como se realizaban curas, como se atendía a los enfermos… y ya intuía que además de las curas físicas, la atención psicológica sería fundamental para el paciente (dar la mano a un paciente, decirle que pronto estaría con los suyos...).
En 1850 volvió a su país, y cogió el cargo de superintendente (sin remuneración) de un centro médico que atendía solamente a “damas”. Y allí estuvo un año, hasta que estalló con virulencia la famosa Guerra de Crimea… Miles de ingleses padecían en torno a Sebastopol donde se libraba una cruenta batalla, y Florence constato por The Times que la situación de los enfermos era más que lamentable. Se puso “manos a la obra” y convocó a cuantas mujeres quisieran colaborar en el reto de ayudar a los moribundos en el frente, y 38 mujeres se alistaron voluntarias. Primero viajaron a Turquía en 1854, y, en un arrabal levantó un pequeño campamento hospitalario donde cientos de soldados llegaban cada día. Florece lloraba de amargura, porque la falta de asepsia aumentaba las víctimas debido a las infecciones…
Y es en todo este “descontrol”, donde sale su sapiencia matemática y estadística y, empieza a apuntar en pequeñas pizarras las circunstancias que afectaban a cada soldado. Anima a sus enfermeras y todas hacen lo mismo. Es la primera vez que se realizan cuadros, estadísticas, gráficos… Logra colocar agua potable en los hospitales, de su propio dinero sale a los mercadillos y compra fruta y verdura fresca, y la situación de los soldados empieza a mejorar.
Gracias a sus estadísticas, pudo comprobar que en un solo mes habían muerto más de 3.000 soldados, pero para su sorpresa se comprobó que solo 60 o 70 habían muerto por las heridas del combate. El resto fue por infecciones y enfermedades. El dato era más que esclarecedor. Un mes después, la mortandad había descendido en un 60%. Años después, según los especialistas médicos, la actuación de Florence y sus “chicas” consiguió salvar la vida de más de 5.000 soldados ingleses.
Finalizó la guerra y volvieron a Inglaterra, donde recibieron no pocos reconocimientos sociales. Fueron aclamadas. Había nacido la enfermería moderna.
La desgracia quizo que Florence contrajera una enfermedad en Crimea que la postro en la cama el resto de su vida y la dejo ciega, pero aun así saco fuerzas para crear la institución Nightingale para formar enfermeras profesionales. Publicó a lo largo de su vida mas de 200 libros sobre enfermería y hospitales, que se convirtieron en auténticos manuales para las futuras enfermeras.
Una mujer que alzó su voz, y que, gracias a su inteligencia y tenacidad, le debemos mucho hoy en día. Cuantas vidas se habrán salvado gracias a su legado….

No hay comentarios:

Publicar un comentario